GRACIAS POR ESTAR AQUÍ


sábado, 26 de noviembre de 2011

Lóbrego

Hoy sólo soy un mendrugo de pan en la mesa vacía,
migaja de un mal desayuno,
hambre,  desolación,   campo yermo.
Me duele la mordida de un mal paso en el camino
y ni siquiera soy alimento para el ave solitaria.

Mi distancia entre la Vida y la Muerte es éste callejón
de donde nadie me ve salir,
ni oyen mi gemido ni presienten mi aliento.
Soy la elegía del labriego en el tañer de una guitarra,
la góndola al abismo de un frió atardecer.

He de quedarme aquí en esta mesa sin forma
como un vago rumor del viento en la madrugada
y ni siquiera estoy seguro de que me encuentres,
soledad, árido fundo de amarguras.

Pero aunque a nadie ésto debe importar -si estoy o no
en ésta culebra de la vida tosca y rara-
me atrevo a ser lo que a veces nunca pienso:
palpito de un amanecer sonriente y altivo.

Sólo soy lívido encanto de mis horas negras
donde me celebro a mi manera con la música del viento
y me marcho detrás de la campana agorera
al crepúsculo mustio de la puerta indómita.

Miro el tren de los recuerdos: ya no están,
la mirada triste del gentío al despedirse
asidos del silencio con el corazón helado,
y me da miedo haberme quedado muy solo. 


Jorge Cordovachuquihuanga